Brisa en la espalda, no salivazo en el rostro.

jueves, 10 de octubre de 2013

UNA NAVIDAD DE VERDAD

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UNA NAVIDAD DE VERDAD



PERSONAJES



  1. ABUELO        José Alfredo? Iñaki?
  2. ABUELA        Irene C.
  3. GABRIEL       Mario C.
  4. ISABEL          Laura P.
  5. DAVID           Víctor
  6. RAQUEL        Lucía
  7. MÓNICA        Iratxe
  8. FELIPE           Alicia
  9. JUAN              Edu
  10. FÁTIMA         Cecilia
  11. MELCHOR     Ramón

  1. MARÍA           Paula
  2. ZACARÍAS     Carlos Puras
  3. JOSÉ               Byron
  4. SIMEÓN         Bea
  5. SOLDADO 1 
  6. BORRACHO 
  7. SAMUEL        escena eliminada
  8. MIRIAM         escena eliminada
  9. ZABULÓN     escena eliminada
  10. HERODES      Isabel
  11. HERODES JR
  12. SECRETARIA            Ana
  13. GASPAR         Anabel           
  14. BALTASARA Silvia

SOLDADOS
CRIADOS
PASTORES


PRIMERA PARTE

Escenario: sala de estar con recargada decoración navideña. Mesa de comedor vacía. La ABUELA está sentada en un sillón. Donde debería estar la tele hay una puerta enorme, como de ascensor.
ESCENA 1
Suena el timbre de la entrada. La abuela se levanta a abrir.  
RAQUEL:   ¡¡Hemos llegado!! Gabriel, pon las cosas en la cocina. (Gabi entra con un montón de cacerolas, paquetes, etc. Cruza la sala). ¿Somos los primeros? (Raquel deja sus paquetes. Durante toda la escena no dejará de trabajar, poniendo la mesa, moviendo sillas…). ¿Y mi hermana? ¿No iba a ayudarte con la decoración?
ABUELA:  Ya sabes cómo es Isabel…
RAQUEL:   No me digas más: te ha llamado a última hora para avisar que llegaría tarde.
ABUELA:  No importa, así no tenemos que discutir por la decoración…
RAQUEL:  Ay, Señor. Espero que por lo menos venga. Porque lo que es “el otro”, te apuesto a que no aparece… otro año más.
ABUELA:  Vendrá. Me lo ha prometido. Y no lo llames el otro. Es mi Juanito. Y siempre lo será. ¿Y el resto de tu familia? ¿Dónde los has dejado?
RAQUEL:  Me he escapado con éste, porque sabía que me iba a volver a tocar prepararlo todo. Desde luego, si dependiese del resto de la familia, hoy no cenábamos.
ABUELA:  ¡Raquel, hija! No seas tan dura… Son tus hermanos…
RAQUEL:  No soy dura. Sólo soy realista… Me voy a calentar los platos. ¡Gabi! Ayuda a la abuela a poner la mesa. (Se cruzan en la puerta de la cocina)
GABI:  ¡Qué passa Abuela! (Chocan las cinco). ¿Son nuevas las gafas?
ABU:  Tienen cuarenta años.
GABI:  Mola ese estilo retro…
ABU:  Ay, qué mayor estás Gabrielillo (le tira del carrillo). ¿Has hecho ya la primera Comunión?
GABI:  Pues anda, hace como cien años, ¿no se acuerda?
ABU:  Que sí, que era broma… (dándole un codazo cómplice). ¿Y la segunda? (Se ríe ante el desconcierto de su nieto). Hace mucho que no vienes a llevarme a Misa.
GABI:  Uy… Mire abuela, yo ya no creo en esas cosas…
ABU:  ¿Has perdido la fe? ¿Y la Navidad?
GABI:  No, no… Si a mí Jesús me mola… La paz, el amor y todo eso… Pero es que la Misa, entre que hay que madrugar y luego no hay quien se entere…
ABU:  Pues en mi Misa hay unas chicas más monas (Se chupa los dedos) Pero se las llevan los monaguillos…
GABI:  (Repentinamente interesado) ¿Ah, sí?
ABU:  (pegándole, cariñosa) ¡Ay, Gabrielillo, tan alto… y tan tonto! Ten, te ha tocado la anunciación. Apréndetelo bien, ¿eh? (Gabi pone cara de aburrimiento)
GABI:  ¿Otra vez? Pero si el año pasado ya lo leímos…  (Se pone los cascos y se olvida de su abuela)
ABU:  Es importante. No podemos olvidarnos de lo que pasó en la primera Navidad. Si no, la acabamos convirtiendo en lo contrario, una fiesta donde abunda todo menos el Amor.
GABI:  Oye, abu, ¿esta puerta siempre ha estado aquí? Quiero decir, ¿no estaba la tele?
ABU:  La tele la hemos tirado. No la vemos nunca…

ESCENA 2
(Suena el timbre. Entran Isabel y Melchor, ella muy glamorosa y él muy progre).
ABU:  ¡Feliz Navidad! (se besan). Isabel, te noto cambiada… Tienes mejor cara… ¿Has engordado?
ISABEL:  (sonrisa tirante) ¡Por Dios, mamá!
MELCHOR:   ¡Pero bueno, tronco!
GABI:   Qué passa colega. (Chocan de forma sicodélica y complicada). Mi tío preferido tan cool como siempreee… Oye, necesitaba algo de pasta, ya sabes, para... (mira de reojo hacia la cocina y hace gesto de fumar).
MELCHOR:   (Sonriente) Ay el vicio, el vicio… ¿Cuánto?
GABI:   ¿Cien? (Con aire de complicidad, y sin mucho esfuerzo, saca dos billetes de 50 y se los tiende. Cuando Gabi los va a coger, la abuelita se adelante y se los quita).
ABU:   Uy que bien me viene… Para Caritas, que en esta época hace mucha falta. Ten, (le entrega su papel) te ha tocado…
MELCHOR:  No me digas, de Rey Mago. ¿Sabías que es todo una leyenda? ¡Las estrellas no se posan encima de los portales!
GABI:   Eso, abu, hazle caso, que es físico y sabe de lo que habla…
ABU:  (Riéndose de una broma secreta) Por eso le viene al pelo. Además, llamándose Melchor…
(En ese momento vuelve Raquel, con delantal. Sin parar de trabajar)
RAQUEL:   ¡Gabi!, ¿no te dije que pusieras la mesa? ¡Hombre, la hermana desaparecida! (Isabel se acerca para darle un beso pero Raquel la rechaza). A ver, a ver qué excusa pones este año para no echar una mano…
MELCHOR:   Pues es que hemos decidido que este año nos íbamos a da un premio…
ISABEL:   ¡Mañana nos vamos de crucero! Había que celebrar la noticia…
MELCHOR:   Por cierto, ¿esa puerta siempre ha estado ahí?
ISABEL:  Calla. Estamos tan contentos…
MELCHOR:   Ah, sí, ¡un notición! Ayer fuimos al médico…
ISABEL:   Cariño, que lo estaba contando yo… Estábamos muy preocupados desde hace tres meses…
MELCHOR:   La regla, que no bajaba…
ISABEL:   Mareos, sofocos…
ABUELA:   ¡Estabais embarazados!
ISABEL:   ¡No por Dios!
MELCHOR:  Imagínate el papelón…
ISABEL:   ¡A nuestra edad!
MELCHOR:  Y con todos los compromisos que tenemos…
ISABEL:   Imposible. (Categórica). Además, que no podía ser…
ABUELA:  (Triste) Entonces, ¿qué era?...
ISABEL:   (Aliviada) ¡La menopausia!
MELCHOR:  No veas lo preocupados que estábamos…

ESCENA 3
(Llaman a la puerta)
ABUELA:  ¡Juanito! (Todos se quedan callados. Se oye un llanto de bebé).  
ISABEL:   No. Es tu marido.
ABUELA:  (Abriendo) Todavía os queda la opción de adoptar… (En ese momento entran DAVID con el carrito y el bebé a todo llorar, y MÓNICA, de 15 años, y FELIPE, de 12, discutiendo).
MÓNICA:   ¡Mamá! ¡Dile a Felipe que deje de hurgar en mis cosas!
FELIPE:  Perdona, pero eres tú la que has hurgado. Si no, ¿cómo ibas a encontrar “mi diario personal”?
MÓNICA:  ¡Querrás decir MI diario personal!
DAVID:   Lo siento. ¿Llegamos tarde?
MELCHOR:   ¡Madre mía! ¡Cómo huele!
FELIPE:   No es el bebé, es el aliento de Mónica… Lo dice en su diario…
ISABEL:   Sí. (Para fastidiar a Raquel) Estábamos pensando en adoptar… un perro.
RAQUEL:   (Se acerca al carrito y coge al bebé, que deja de llorar). Pero si ha desbordado. ¿Cuánto tiempo lleva oliendo así?
DAVID:   (Cara de culpable) Acaba de hacerlo ahora mismo. Hola, abu…
RAQUEL:   Le preguntaba a Mónica.
FELIPE:  Pues más o menos desde que te fuiste, mamá. “Oh, lo siento mami. No pude cambiarlo porque me estaba haciendo las uñas.”
MÓNICA:   ¡Tú también podías haberlo hecho! Ni que fuera mi hijo. ¡Tengo 15 años! Y es Navidad… En Navidad tengo que estar perfecta...
ABU:   Pero niños, eso no es lo importante de la Navidad. ¡Mirad lo que tengo!
FELIPE:   ¿Regalos?
ABU:  No… Vuestros papeles para luego… (Reparte a todo el mundo).
FELIPE:  Navidad es la peor época de mi vida.
ABU:  ¿Por qué dices eso?
FELIPE:   Porque ni Santa Claus ni los Reyes me traen nada de lo que pido.
MÓNICA:   Porque pides estupideces. Yo pido dinero y asunto arreglado.
DAVID:   ¿Dónde está el abuelito? ¿Y esta puerta?
GABI:  Es rara, ¿verdad? (Gabi ha aprovechado la confusión para beberse una copa que se había servido Isabel).
DAVID:   ¿A qué habitación da?
RAQUEL:   (Vuelve de cambiar al bebé) ¿Es que nadie va a poner la mesa? Ten (Se lo da a David y sale).
MELCHOR:   A ninguna, creo yo. Esta pared da al exterior. Y estamos en la quinta planta…
DAVID:   Este abuelo cada vez está peor… (Trata de dejar al bebé en el carrito. El bebé vuelve a llorar y lo coge de nuevo)
MELCHOR:   ¿Cómo lo llevas?
DAVID:   Bien… Dormimos poco… Raquel está de un humor…
MELCHOR:   Ya he visto. ¿Sabéis lo que tenéis que hacer? Iros de vacaciones. Siempre os toca cuidar de los abuelos. Pues que se queden con los niños, que ya son mayorcitos. También tenéis derecho a descansar… (David vuelve a intentarlo y el bebe vuelve a llorar)
DAVID:   No es tan fácil… Si por mí fuera… Yo de vez en cuando me escapo. Digo que hay una emergencia en el trabajo y…

ESCENA 4
(Suena el timbre)
ABU:   Ahora sí. ¡Juanito! (De la emoción, no abre. Todos miran a la puerta. Raquel regresa de la cocina).
RAQUEL:  Vaya, he perdido la apuesta…
ISABEL:   Bueno, espera, que todavía no ha entrado. Vamos, abuela, a qué esperas… Es tu hijo pródigo. (Abu abre. Aparece Juan, de poco más de 25 años, con una chica de aspecto y acento árabe. La abuela se le echa al cuello).
ABU:  ¡Mi niño!
JUAN:   ¡Mamá! Como te prometí, he venido. He estado dudando si traer a Fátima.
RAQUEL:  Podía haber avisado.
JUAN:   (Sin emoción) ¡Raquel! ¡Isa!  Cuánto tiempo. Ya veo que no corréis a abrazarme… (Avanza hasta el centro para servirse una copa)
ABU:   Sí, ¿por qué no lo dijiste antes? No sabía que tenías novia…
FÁTIMA:  (cariñosa) Te avergonzabas de mí…
ABU:  No, más bien se avergonzaba de nosotros… Tenemos unas costumbres poco convencionales.
JUAN:   O demasiado convencionales. (Duro) Ya la he avisado de que mi familia es muy tradicional.
FATIMA:   (queriendo suavizar) Llevamos tres años saliendo. Le he tenido que insistir mucho. ¡Me hacía tanta ilusión conocerlos! Y de paso, conocer cómo se celebra una Navidad en una familia española.
FELIPE:  ¿Tú no celebras la Navidad?
MÓNICA:   ¡Idiota!
FÁTIMA:   Yo… soy palestina. Vivía en Gaza, antes de que emigráramos. Pero mi familia es originaria de Belén por muchas… ¿cómo se dice? Por muchas generaciones.
FELIPE:  Pero vosotros los árabes no creéis en Jesús ni Santa Claus, ¿no? Por lo de Mahoma y todo eso…
MÓNICA:    (dándole un codazo) Este es tonto…
FÁTIMA:   No, si nosotros somos cristianos… Cristianos desde… siempre… Mi abuelo dice que nuestra familia ya estaba allí antes de que llegaran los judíos. Antes de los ingleses. Antes que los musulmanes.
JUAN:   (Vaciando el segundo vaso) Como veis, no somos los únicos con tradiciones. ¿Qué os parece, eh? Vaya chasco que os habréis llevado. Os esperabais un yonki…
ABU:   (Muy contenta) ¿Y cuándo os casáis? (Fátima no contesta) Vaya, he dicho una impertinencia.
JUAN:   Como siempre, mamá. Todo tiene que ajustarse a tus planes. Todo tiene que ser como tú quieres. Y si no pensamos como tú, ¡pobrecita! A hacerse la mártir. Pues para que lo sepas… Y tú también Fátima… Yo no me pienso casar. (Fátima se mira las manos) No quiero acabar teniendo una familia como esta, que son todos una panda de hipócritas sonrientes pero por dentro me están juzgando. ¡Sí, me estáis juzgando!
RAQUEL:  No digas tonterías.
JUAN:   Dijo doña Perfecta.
ISABEL:  Vamos, Juan, no montes el numerito, que acabas de llegar.
FÁTIMA:  Será mejor que nos vayamos…
JUAN:   Pero si yo no quería venir… Eras tú la que insistía en conocer a mi familia. Bueno, pues ya la conoces. ¿Qué te parece? Mejores que yo, ¿verdad?
FÁTIMA:   (Casi llorando) No te conozco. Me voy.
JUAN:   Yo me quedo. Estoy viendo que va a ser una velada estupenda.
FÁTIMA:   Adiós. Lo siento. Ha sido mala idea. (Se marcha llorando).
JUAN:   (arrepentido) ¡Espera! ¿Veis lo que me habéis hecho hacer? ¡Espera! (Pero no se mueve. Todos callan. Abu se acerca y le da una torta)
ABU:   ¡Imbécil! (Parece que Juan va a contestarla, David y Melchor tratan de pararle cuando empieza a oírse un zumbido que se convierte en una sirena).
GABI:   ¿Lo oís? ¿Qué es?
(En ese momento se abre la puerta con gran humo, ruido, luces y demás efectos especiales. y aparece el abuelo, vestido de pastor).
ABUELO:   (Lunático) ¡Vamos! ¡Vamos! No hay tiempo que perder. El tiempo ha llegado. La puerta se ha abierto. ¡Vamos! ¿Estáis preparados? ¡Corred, entrad por la puerta! Quedarse es peligroso. Regresar es incierto. ¡La aventura nos espera!
Las luces cambian, la sirena sigue sonando. Ya todos han entrado, menos ISABEL.
ISABEL:  ¿Pero a dónde vamos?
ABUELO:   ¿A dónde vamos? ¿A dónde vamos? ¿A dónde vamos? Querrás decir a cuándo. ¡Vamos a la primera Navidad!

(BAILE "POKER FACE" DE LADY GAGA)
Segunda parte
I. LA ANUNCIACIÓN.
 Gabi aparece[1] colocándose el alba de monaguillo, leyendo su papel. Desde el principio, María está arrodillada e inclinándose a la manera oriental. Es importante que María sea muy niña, doce años, más, desde luego que Gabriel.

GABI:  (leyendo) “Querido Gabi: tu papel es hacer de San Gabriel. Tu misión es muy importante. Tienes que convencer a una niña, María, de que haga la mayor de las locuras jamás imaginada. Para ello debes cuidar tus palabras, pero también tus silencios, (se percata de la presencia de María) tus posturas, (se coloca el alba), el tono de voz… Recuerda: de ti depende el destino de la humanidad.” Me ca… (Carraspea. María lo ve, de pronto, y se asusta. Suena una música de arpa).
GABI:  (Dudando y mirando la chuleta). A-alégrate, llena de gracia. (Espera una respuesta. María está como petrificada mirando al suelo). El Señor es contigo. (Nada. Silencio. Gabriel se agacha intentando lograr el contacto visual. María se vuelve). No temas, María, pues has hallado gracia delante de Dios (cogiendo carrerilla):
 concebirás en tu seno y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús.
(Casi gritando, como si fueran unos titulares):
¡Será grande y será llamado Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin!
(Satisfecho) Toma ya… ¿Qué me dices?
  (Pero María está cada vez más confusa)
MARÍA: Perdón… pero no…
GABI: ¿No? ¡Ay mi madre! (mirando a la chuleta y a María alternativamente) ¿He dicho algo mal? ¿Te he molestado?
MARÍA:  No…
GABI: ¿Tienes otros planes? ¿Es eso?
MARÍA:  (Sonriendo) No…
GABI:  ¿Estás asustada? (busca en el papel) ¡No temas María!
MARÍA:  Ssssss… (Le pone un dedo sobre los labios. Espera a que Gabi respire profundamente) Iba… iba a hacer una pregunta. (Vuelve a azorarse. Gabi la anima). Verás: ¿cómo… puede ser eso… de tener un hijo y… si no conozco varón?
GABI:  ¿Conocer varón? (María carraspea. Gabi se pone colorado). Ya, bueno… Pero… Una pregunta tonta… ¿José? Es un varón y os conocéis… ¿no? (María niega) No. Pero os vais a casar (Ella afirma)… Pero no… (Ella niega) Nunca…
MARÍA:  (Cansada, le explica al oído. Sólo se oye algún fragmento) …Y por eso… (gesto de señalar hacia arriba y ofrecer el corazón a lo alto)… entregar nuestras vidas por com…
GABI:  Ya. Pues entonces tenemos un problema.
MARÍA:  Pues ya sabes.
GABI:  ¿Qué?
MARÍA:  ¡Pregunta!
GABI:  Ah claro (se incorpora y disimuladamente mira hacia arriba, sin acordarse de la chuleta. Se oye un batir de alas). ¡Anda una paloma! (Le caga en la cara. Va a limpiarse con el papel y lo ve). ¡Ah sí! (Rodilla en tierra)
El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por eso, el que nacerá será santo, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a Isabel, tu pariente, que también ha concebido un hijo en su vejez,
y la que llamaban estéril ya está en el sexto mes,
porque nada hay imposible para Dios.
(María cierra los ojos. Pausa). 
MARÍA:  He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. (Pausa larga. Gabi con la boca abierta. La niña se toca el vientre. Tímidamente también lo hace Gabriel, los dos de rodillas. Luego ella se incorpora, alegre). Adiós. ¡Me voy!
GABI: ¿A dónde?
MARÍA: ¡A casa de mi prima!

II. LA VISITACIÓN

Zacarías se pasea nervioso por la habitación, se lleva las manos a la cabeza, se muerde las uñas. De vez en cuando mira a lo lejos, como buscando a alguien. En esas está cuando aparece Isabel, con cara de venir de otro planeta. Zacarías la ve, resopla y va hacia ella enfadado. Espera cruzado de brazos a que ella termine su monólogo.
ISABEL:  (Zarandeando su papel) ¿Pero se puede saber que es esto? ¡Abuela! Esta vez te has pasado de la raya… ¡¿Dónde se ha metido todo el mundo!? Qué asco, todo lleno de serrín (pisando un excremento), por Dios, no me lo puedo creer creo que he pisado una… (se da cuenta de que Zacarías le está mirando). ¿Y éste que mira? ¿Qué? ¿Te ha comido la lengua el gato?
ZACARÍAS Trata de llevarla fuera del escenario. Ella no se deja. Como respuesta, él se lleva la mano a la nariz).
ISABEL:   Ahora se toca la nariz el memo éste. Sí, ya veo que tienes una buena napia… ¿Tengo algo, un grano?
ZACARÍAS sorbe con la nariz.. Ella lo imita, una, dos, hasta tres veces).
ISABEL:   Pues sí. (sorbe) Creo que huele… como a quemado…
ZACARÍAS entonces se cabrea, y con mímica indica que la comida se ha quemado).
ISABEL:   ¿Que la comida se ha quemado? (Él afirma, y se cruza de brazos, impaciente) No, si es que en esto de las adivinanzas no hay quien me… Un momento, no pretenderás que vaya yo a…(Zacarías se va) ¡Ay Dios mío, me ha tocado con un tío mudo que encima se cree que soy su sirvienta. ¡Que te lo has creído! ¡Abuela! ¡Abuela por favor, sácame de aquí…! (Zacarías vuelve con un caldero) Y dónde está todo el mundo… Mi melchorcito de mi alma… Pero qué demonios le han echado a esto… Ay que no puedo respirar… ¡Abuela! Céntrate, Isabelita, céntrate. Nada de esto está pasando. Te ha sentado mal el pavo.  Ay que me da algo… (Se marea).
ZACARÍAS se asusta y la hace sentar en una silla. La abanica. Le lleva un cuenco con agua que ella escupe.
ISABEL:   ¡Puag! ¿Qué quieres, matarme?
ZACARÍAS vuelve a abanicarla mientras le señala la barriga.
ISABEL:   ¿Otra vez la mímica...? (Zacarías intenta tocarle, y ella le da un manotazo). Chist, ni se te ocurra...  (Zacarías insiste, incluso hace el gesto de estar embarazado. Ella le mira, se mira, le mira...) No. No, no, no, no, no. No estoy embarazada...

(Entra GABRIEL. Zacarías al verlo sale corriendo muerto de miedo.)
GABRIEL:   (Ampuloso) ¡Ave, Isabel, no temas!
ISABEL:   ¿Y tú que haces aquí... con esas pintas?
GABRIEL:   ¿No te... impresiono? ¿Sobrecojo? ¿Aterro?
ISABEL:   Hombre, es que la túnica te queda un poco pequeña...
GABRIEL:   Menos mal... Cada vez que alguien me veía, salía corriendo asustado. Como tu marido...
ISABEL:   ¿Mi marido?
GABRIEL:   No tu marido de verdad, sino tu marido de aquí, Zacarías. Yo creo que tú y yo nos vemos como somos, pero ellos nos ven como los personajes de la historia. Yo debo ser la leche... Como un superhéroe con alas y...
ISABEL:   ¿Y yo?
GABRIEL:   Tú, pues embarazada de seis meses supongo... Eres la prima Isabel.
ISABEL:   (Asustada) ¿De seis meses? ¡Ay Dios mío! ¡Imposible!
GABRIEL:   De seis meses se supone que está Isabel, la prima de María. Y por eso he venido a toda prisa. ¡Que viene para acá!
ISABEL:   ¿Quién?
GABRIEL:   ¡María! ¡La Virgen!
ISABEL:   (Todavía nerviosa) ¿Y a mí qué? ¿Estoy embarazada o no estoy embarazada del mudo ese?
GABRIEL:   Tú sabrás... Pero es muy importante que cumplas con tu papel.
ISABEL:   ¿Mi papel? ¿Y qué pinto yo?
GABRIEL:   (Piensa) Ya sé... Mira, María no le ha podido contar a nadie que está embarazada... ¡Esa es tú misión!
ISABEL:   ¿Cuál?
GABRIEL:   ¡Escucharla! (Mira a un lateral) ¡Ya viene! Me marcho... ¡Ten cuidado! (sale)
MARÍA:   (En off) ¡Isabeeeeeel! ¡Iiiiiisa! ¡Iiiiiisabeeeel!
ISABEL:   ¿Y por qué me lo iba a contar a mí? ¿Qué tengo yo de especial?
MARÍA:   (En off) ¡Isabeeeeeel! (Isabel se lleva la mano al vientre)
ISABEL:   ¡Ay mi madre! Que es verdad... Que estoy... ¡Me ha dado una patada!
MARÍA:   (En off) ¡Isabeeeeeel!
ISABEL:   Ay Señor, ahora que ya nos habíamos rendido... (llora de rodillas), ahora que habíamos perdido la esperanza...
MARÍA:   (Entrando y dando un abrazo a su prima) ¡Isabeeeeeel! Así que estás embarazada... ¿Pero por qué lloras? ¿No estás contenta?
ISABEL:   (Se miran, se tocan las barrigas, se ríen) ¿Cómo no voy a estar contenta? Pero más dichosa... Más dichosa tú, que has creído... porque, te lo digo yo: lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
MARÍA:   (Se ríe) ¿Pero qué tienes? ¿Qué bobadas?
ISABEL:   (La cubre de besos, la cara, las manos, el vientre, mientras va diciendo) Bendita tú entre las mujeres y ¡bendito el fruto de tu vientre!; ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme...?
MARÍA:   ¿Pero cómo sabes...?
ISABEL:   Porque, apenas llegó tu voz a mis oídos, mi niño saltó de gozo en el útero. ¡Mi niño!
MARÍA:   ¿Entonces no tengo que contarte nada?
ISABEL:   Tengo que pedir perdón al Señor... Llevaba tanto tiempo enfadada con Él...
MARÍA:   No. Lo que tenemos que hacer es darle gracias: ayúdame a rezar:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. (Salen)
(BAILE "ALELUYA" DE BEYONCÉ)

III. LAS DUDAS DE JOSÉ
David, padre de cuatro hijos, vestido de romano, está completamente dormido. José también duerme, apoyado en su espalda. Se despiertan sobresaltados.
JOSÉ:   ¡Perdón, no pretendía...
DAVID:   Yo tampoco, es que... (se queda mirando) ¿Y tú por qué vas tan raro? (Se mira las ropas de romano, el pilum, la corneta...) ¿Pero qué hago yo aquí...?
JOSÉ:   No sé, señor. Supongo que traer un mensaje. (Pausa) Lo digo por la corneta... y el papiro.
DAVID:   ¿Qué papiro? ¡Ah, sí! ¿A ver qué dice? (Lo lee con interés) Ahá... Ahá... Pues vaya.
JOSÉ:   ¿Qué?
DAVID:   ¿Qué?
JOSÉ:   ¿Qué dice?
DAVID:   Nada importante... Un censo... Burocracia... (José le anima a concretar) Que El César quiere saber cuántos súbditos tiene y hay que inscribirse. ¿Tú de qué familia eres?
JOSÉ:   Yo soy José bar Jacob. Desciendo de David. 
DAVID:   ¡Anda, qué gracioso, yo me llamo David!
JOSÉ:   ¿Eres judío?
DAVID:   ¿Yo? No sé... El caso es que a ti te tocaría inscribirte... (Consulta el pergamino)... En Belén. (José resopla y se sienta) ¿Estás bien? ¿He dicho algo malo? (Se sienta junto a él).
JOSÉ:   Quizá sea la solución. 
DAVID:   ¿Para?
JOSÉ:   Tengo demasiados problemas. Y no sé qué quiere el Señor de mí. Primero pensaba que quería que me casara con María. María es la mujer más maravillosa que puedas conocer... ¿Estás casado?
DAVID:   Sí. Cuatro hijos.
JOSÉ:   ¿Cuatro? 
DAVID:   Sí. Ya sé lo que me vas a decir...
JOSÉ:   ¿Cuatro?  Ocho querría tener yo. Diez, doce, ¿con María? Doscientos...
DAVID:   ¿María? ¿José? (Se le enciende la lucecita)
JOSÉ:   Pero luego pensé que el Señor me pedía otra cosa... Que nos pedía entregarnos a Él de otra manera... Nos pedía... (Se ríe)  Le entregué mi deseo de tener hijos, porque María me hizo ver que era la voluntad de Dios... ¿Y ahora está embarazada?
DAVID:   Hombre, no hay que ponerse así. Dios aprieta pero no ahoga... A Dios rogando y con el mazo dando... y... a quien madruga, Dios le ayuda... 
JOSÉ:   Me dan ganas de, de repudiarla en público, que todos sepan que el bebé no es mío... Pero qué digo, la apedrearían... Y María está tan contenta... ¿Pero por qué no me dice nada? Solo me dice que rece...
DAVID:   Pues no es mala idea. A mí me lo dice mi suegra... ¡Reza, reza! ¡Menos hacer y más rezar! Pero es que con los niños... no encuentro el momento. Siempre hay algo que hacer. En realidad tampoco es que a los niños les dedique mucho tiempo... Es como la oración: me busco una excusa para no enfrentarme a ellos. ¡Caramba! No me había parado a pensarlo nunca...
JOSÉ:   No sabes cómo te entiendo. Es que a veces da miedo rezar, porque es como...
DAVID:   ... Como quedarse desnudo...
JOSÉ:   ... Como abrir las puertas de par en par...
DAVID:   ... Como dar un cheque en blanco...
JOSÉ:   ¿Qué?
DAVID:   Nada.
JOSÉ:   Pues vamos a hacerlo.
DAVID:   ¿Ahora? (Nervioso) ¿Y si...? ¿Y si nos pide lo peor?
JOSÉ:   ¿Ves este grano de trigo? Mi padre me decía que el grano que no se entierra, grano queda para siempre, y nunca sabrá lo que es ser trigo, ni mucho menos pan... (se arrodillan) Señor de los Cielos: si tú has puesto en mi camino a María, no puede ser que ahora quieras que la abandone. Pero si es tu voluntad, me marcharé solo a Belén y la repudiaré en secreto. Y nunca más volveré a verla...
DAVID:   Señor... A mí me lo has puesto más fácil. Lo que pasa es que se me olvida. Si me quitaras a mi Raquel y a mis niños, no sé lo que haría... Ayúdame a valorarlo...
(Vuelven a quedarse dormidos en la misma posición que antes. Aparece Gabriel. Hace estiramientos. Habla al oído de José. Cuando sale los dos personajes despiertan).
DAVID:   Uy, ¿ves? Siempre que rezo me pasa lo mismo: ¡me quedo dormido! ¿Tú también...?
JOSÉ:   (José lo abraza) ¡Gracias Señor, gracias! ¡Gracias, hermano! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! No podía ser otra cosa...
DAVID:   ¿Qué?
JOSÉ:   ¡Nos vamos a Belén!

(BAILE "EVERYBODY" DE DE BSB)

IV. EN LA POSADA

Cambio de escenario: Mesas, sillas, gente que sale y entra. Una puerta de entrada. RAQUEL está barriendo; un BORRACHO duerme en una esquina. Llaman a la puerta.
RAQUEL:   ¡Simeón! ¡Simeón! ¡¡Simeón!! Vete a abrir...
Simeón, el posadero, desatranca la puerta. Entra MÓNICA, con el bebé en brazos.
MÓNICA:   Perdone, estoy buscando sitio para pasar la noche...
SIMEÓN:  Ya, como todos: ahora resulta que hay más hijos de David que de Abraham, no te... ¿Documentación?
MÓNICA:   Pues es que...
SIMEÓN:  Ya estamos. Apuesto a que además viajas sola.
MÓNICA:   Pues precisamente...
SIMEÓN:  Lo siento. La posada está completa. (Va a cerrar)
MÓNICA:   Pero... ¡Un momento! (Ve a su madre) ¿¡¡¡Mamá!!!? ¡¡¡Mamá!!!
RAQUEL:    ¡¡Mónica!! Espera, Simeón, no cierres... ¡Que no cierres, hombre! Pesado...
MÓNICA:   (Se abraza a su madre, llorando) Mamá... Llevo tres días perdida, sin saber dónde estaba ni por qué todos pensaban que Ruth era mía...
SIMEÓN:  ¡Mujer! ¡Ven aquí ahora mismo! (Raquel se planta frente a él. Ha cogdo a su hijo) ¿Quién es esa... indocumentada? ¿Por qué le has permitido la entrada?
RAQUEL:    ¿Me vas a decir que no tenemos sitio? (Imitándole) "Ya, pero los papeles, los papeles...".
SIMEÓN:  ¿Y por qué te llama mamá?
RAQUEL:    Me habrá confundido. Viene con un niño pequeño, ¡un bebé! (lo besa).
SIMEÓN:  ¡Belén está lleno de bebés! ¡Demasiados bebés!
BORRACHO: ¡La culpa la tienen los romanos! ¡Cuando llegue el Mesías!...
SIMEÓN:  Ya estamos...
BORRACHO: Cuando llegue el Mesías echará a los sucios paganos de la tierra prometida. Con su espada de fuego...
SIMEÓN:  (Lo imita) Con su espada de fuego destruirá...
BORRACHO: Destruirá a los publicanos que se quedan con nuestras casas...
SIMEÓN:  (Lo imita) Y se acabó la crisis...
BORRACHO: Y se sentará en el trono del mismísimo emperador...
SIMEÓN:  (Lo imita) Amén.
En ese momento llaman a la puerta. Entra una cohorte de soldados romanos y judíos, entre ellos DAVID, que reconoce a RAQUEL.
RAQUEL:   ¿Y tú que haces vestido de romano?
DAVID:  Es una larga historia. ¿Y vosotras? ¿Cuánto tiempo lleváis aquí? ¡Llevo semanas buscándoos! No os podéis creer a quién escolto… (Va a abrazarla pero ella le señala al posadero, que está mirando. El escuadrón forma un pasillo).
SIMEÓN:  ¡Larga vida a Roma! ¿A qué debo el honor...?
ROMANO:   (Suenan trompetas) ¡Atención! ¡Viva el príncipe Felipe!
TODOS:   ¡Viva!
(Aparece Felipe).
RAQUEL:   ¡Felipe! ¡Mi Felipe! Eres… (Simeón se arrodilla y besa la mano de Felipe)
FELIPE:    El hijo del Rey Herodes el Grande (Tiende la mano a su madre para que la bese. Ella, de pie, lo mira a los ojos).
RAQUEL:   No pretenderás que te bese la mano… (Mira a su padre, que se encoge de hombros)
FELIPE:    Están siendo las mejores vacaciones de mi vida. Nadie me dice lo que debo hacer… tengo los regalos que me dé la gana antes incluso de desearlos…
MÓNICA:   Mamá, dile algo… 
FELIPE:  Hombre, si está aquí Mónica… vestida como una pordiosera. Hueles fatal (Hace un gesto y dos sirvientes la alejan).
MÓNICA:   (Forcejea) ¡Te vas a llevar una buena cuando esto se acabe!
FELIPE:  ¿Acabarse? ¡Pero si acabo de empezar! ¡Posadero! Quiero todo lo mejor: la mejor habitación, la mejor comida, la mejor bebida, la mejor… la mejor…
SIMEÓN:   … ¿Música?
FELIPE:  ¡También! Y alojamiento para mi sequito, por supuesto.
SIMEÓN:   (Inclinándose) Estupendo, Señor, todo se hará como deseas. (Pausa)
FELIPE:   (impaciente) ¡Vamos! Mi habitación… ¿no pretenderás que me quede aquí esperando?
SIMEÓN:   ¡Por supuesto, por supuesto! ¡Mujer! (Dulce) Acompaña a su majestad a las dependencias.  (Gesto de prisa. En el momento en que Felipe, David y Raquel, con el bebé, desaparecen, alguien golpea la puerta. Simeón mira a los soldados). Je, je. Llaman a la puerta… Vo-voy a abrir.
SOLDADO:   (Le detiene) La posada está completa.  
SIMEÓN:   Claro, claro… (Abre una rendija). Lo siento, la posada está completa.
MÓNICA:   (Que puede ver a través de la rendija). Pero si no es más que una pareja… (Los soldados no la dejan avanzar).
SIMEÓN:   Entiendo. Dice que su mujer está a punto de dar a luz, que han llamado a todas las puertas…
SOLDADO:   No.
SIMEÓN:   Es que… Verá, no creo que reúna las condiciones para un parto. Esto está sucísimo… ¡Puag! (Se vuelve y sonríe al soldado, negando). Bueno, que Dios os acompañe. (Cierra)
MÓNICA:   ¿Pero qué has hecho? ¿Sabes quiénes eran?
SIMEÓN:   Unos mendigos, ya se sabe… Malos para el negocio…
MÓNICA:   ¿No podías haberles dejado medio sitio? Yo hubiera compartido habitación… ¿No conoces ni siquiera, no sé, un establo?  
SIMEÓN:   (Mirando de reojo a los soldados) Tengo una cueva a las afueras del pueblo. (Dándole una llave) La reconocerás porque tiene la puerta pintada de blanco.   
MÓNICA:   Gracias (Lo abraza y sale corriendo).
Vuelven Felipe y sus padres.
FELIPE:   ¡Que no, que no y que no! Ya no mandáis más sobre mí. PUEDO HACER LO QUE ME DÉ LA GANA. ¿Os enteráis? ¡Ahora soy hijo de un rey!
DAVID:   ¿Pero tú sabes lo que estás diciendo?
FELIPE:   Es más, he cambiado de opinión. No me gusta este sitio. ¡Ensillad los caballos! ¡Nos vamos a Jerusalén! No hace falta que los soldados me acompañen. (Mirando a su padre) Os doy el día libre. (Sale, seguido de los criados).
SOLDADO:   (A Simeón) A ése le quedan dos días antes de que Herodes… (gesto de cortar el pescuezo. Simeón asiente). Como a los hermanos mayores…
RAQUEL:   ¿Y Mónica? La… la madre de este bebé… ¿dónde está?
SIMEÓN:   Salió corriendo, detrás de una pareja que venía en mula. Les dije que no había sitio… ¿Qué? Tenían mala pinta…
RAQUEL:   ¡Idiota! ¿Sabes lo que has hecho? Has negado la entrada al Mesías…
V. LOS PASTORES
(Los pastores duermen plácidamente junto a la hoguera. Entra JUAN)
JUAN:   Brr, qué frío hace... ¡Por fin encuentro a alguien! No entiendo cómo he podido aparecer en medio del campo… Eh… Hola… ¿Gabi? ¿Abuela? ¿Sois vosotros? (Sacude a los pastores, se despiertan todos sobresaltados, levantando las ondas y los palos sobre sus cabezas). Vale, vale, tranquilos… Esto es una confusión…
SAMUEL:  ¡Pero si es Juan! ¡Vaya con la meada que te fuiste a echar! ¡Si se ha hecho de noche y todo! Creíamos que te había pasado algo…
MIRIAM:   Ya, y de la preocupación os quedasteis dormidos…
SAMUEL:    Tú cállate, mujer, que no vales nada…
MIRIAM:   Por eso estoy aquí, con la escoria de la sociedad.
SAMUEL:    Seremos lo que tú quieras, pe-pero tú eres peor… Pastor, ya es malo… Pero encima mujer… (Se ríen todos)
MIRIAM:   Pues anda que yo por lo menos soy judía. Por que lo que es vosotros, uno de Galilea, y tú... (a Samuel, con asco) samaritano (escupe. Ademán de pelea).  
ZABULÓN:   (Claramente tiene cierto retraso mental. Separándolos) Ey, ey, ey no os peguéis, que me pongo triste...  Vamos a cantar... (Es la melodía de Frere Jacque) "Ser amigos, ser amigos, es mejor... ¿Por qué no cantáis?... (Cantan a regañadientes) Que andar peleando, que andar peleando, sin razón, sin razón." Y ahora os dais la mano. Muy bien. Pediros perdón...
SAMUEL:    ¿Yo? Pero si empezó ella.
MIRIAM:   No me calientes, que te caliento...
SAMUEL:  La culpa la tiene Juan, por desaparecer toda la tarde.
MIRIAM:   Eso, eso, ¿dónde te habías metido?
SAMUEL:  ¿Haciendo una visita a la Sinagoga?
JUAN:   ¿La Sinagoga?
ZABULÓN:  A mí no me dejan entrar... Como no sé rezar...
MIRIAM:   Uy, esa "Sinagoga" no... Yo me refería a mi prima...
ZABULÓN:   ¿Tu prima? ¿Y por qué la llaman la Sinagoga?
SAMUEL:   Pues porque está más solicitada que una Sinagoga en sábado... (Se ríen todos menos Zabulón y Juan).
ZABULÓN:   No lo entiendo. (Se ríen). Como soy tonto... (Haciendo pucheros) A lo mejor por eso no me dejan entrar en la Sinagoga...
SAMUEL:   No te preocupes. A nosotros  tampoco nos dejan...
JUAN:   Tampoco te pierdes nada. Un montón de normas, un montón de hipócritas mirándote como si fueras escoria...
SAMUEL:  (Con asco) Fariseos...
ZABULÓN:   Pero yo quiero aprender a rezar.
JUAN:   ¿Para qué? Dios no se preocupa por ti.
ZABULÓN:   ¡No es verdad! Mi mamá siempre me decía que soy muy especial. Una vez le pregunté por qué, y ella me explicó que porque Dios me había mirado de una forma muy especial, y... no lo sé explicar bien... Me dijo que por eso resplandezco.
SAMUEL:   ¿Resplandeces? (Se echa a reír) Nosotros los samaritanos creemos en el mismo Dios que los judíos, solo que tenemos nuestro propio templo...
MIRIAM:   Y cuando llegue el Mesías os aniquilará a todos.
JUAN:   ¿El Mesías? ¡Ja! (Foco en escena. Todos miran). ¿Y esa luz?  (Los pastores se tiran al suelo, excepto JUAN). ¿Qué os pasa? ¿Habéis visto un fantasma?
(En ese momento entra GABRIEL).
GABRIEL:   ¡No temáis! Mirad que vengo a anunciaros una gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, el Mesías, el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre. (Cambia de tono)   Hola Juan, no me esperaba que te tocase de pastor... Aunque bien visto, te pega.
JUAN:  Pues anda que tú de ángel... No es que impresiones mucho...
GABRIEL:  Hombre, ellos ven a Gabriel de verdad, igual que al pastor Juan que tú has suplantado. Nosotros estamos de prestado, pero ellos lo viven realmente.
JUAN:   ¿Entonces es cierto?
GABRIEL:  ¿Qué?
JUAN:   ¿Todo?
GABRIEL:  Ve, y lo verás... Yo llevo nueve meses haciendo de ángel, así que muchas dudas no me quedan... Me da la impresión de que tú acabas de llegar, ¿no? Bueno, te tengo que dejar... ¡ Gloria a Dios en el cielo... y paz a los hombres que ama el Señor! (Se va)
JUAN:   Eso, eso, paz... a los que ama el Señor.
(Los pastores se enderezan)
MIRIAM:   ¿Qué ha sido eso?
ZABULÓN:   ¡Un ángel! ¿Ves como Dios nos hace caso? ¡Nos ha enviado un ángel!
SAMUEL:   ¿Pero cómo va a nacer el Mesías en un establo? ¿Cómo nos va a liberar u-u-un mendigo?
JUAN:   Id, id a verlo. (Este discurso lo dice sin alegría, con esfuerzo, con un deje de tristeza) Y si es verdad, si es verdad que hay un niño en esa cueva, entonces, Zabulón, no es solo que Dios te ha escuchado, es que te ha escogido para ser su primer testigo, antes que a todos los sabios y que a todos los reyes. Y el Mesías no vendrá a aniquilar a los pueblos, sino a curar a los enfermos... y a perdonar a los pecadores...
SAMUEL:   ¿Perdonar a los pecadores?
JUAN:   Sí, a las prostitutas, a los publicanos, a los pescadores y a los pastores... Y por eso lo matarán y... y resucitará y... pero eso es otra historia.  Una historia que empieza ahora, con vosotros, cuando vayáis a poneros de rodillas delante de un niño...
SAMUEL:   (asombrado) ¿Pero tú cómo sabes todo eso?
SANSÓN:   ¿Que-Qué te has metido e-esta tarde?
JUAN:   ¡Qué importa! ¡Vamos, iros ya! No, antes dadme un abrazo... (Lo hacen y marchan)
MIRIAM:  ¿Y por qué a mí?
SAMUEL:   ¿No has oído a Juan? ¡Porque eres una pecadora! (Se ríen y salen)
ZABULÓN:   (Se para antes de irse) ¡Jo con Dios! ¡Un ángel y un profeta! ¡Me ha regalado mi profeta Juan! (Vuelve a abrazarlo). ¿No vienes?
JUAN:   No. No me lo merezco. El ángel era para vosotros, no para mí.
ZABULÓN:   No lo entiendo. (Se marcha, triste. Juan se queda solo. Entonces Zabulón regresa, lo carga como un saco y se lo lleva.
Aparecen los ángeles, cantando: ¡Gloria a Dios en el cielo, y paz a los hombres que ama el Señor!

(BAILE "MIRROR" DE JUSTIN TIMBERLAKE)

VI. LOS MAGOS VISITAN A HERODES
(Dos soldados siempre en escena)
HERODES:  (dictando a su secretaria)… “Su estimada cesaridad”. No. 
HERODES JR:  Papá, me aburro.
HERODES:  “Su augusta octaviedad.”
HERODES JR:  Papá, me aburro.
HERODES:  Cállate niño, papá esta trabajando. A ver, por dónde íbamos.
SECRETARIA:   “Cállate niño…
HERODES:  ¡No, eso no! Empieza una tablilla nueva.  “Su divina alteza imperial: respecto a las injustificadas acusaciones que ha hecho el Sanedrín de un supuesto comportamiento sanguinario de nuestra parte,
HERODES JR:  Papá, me aburro.
HERODES:  ante esas acusaciones, hemos de decir que todos los… ajusticiamientos (lapidaciones, crucifixiones, ahorcamientos, decapitaciones) han sido completamente necesarios para el bien de Roma. Ah, y lo del ahogamiento de mi cuñado Aristóbulo… fue un accidente. Rogamos que los sanedritas que han difundido semejante bulo sean debidamente sentenciados a la pena máxima. Atentamente, etc.” (La secretaria sale y regresa sin ser vista)
HERODES JR:  Papá, me aburro.
HERODES:  Hijo mío, ¿no ves lo cansado que está tu padre? ¡Reinar es agotador! Hay que estar en constante vigilancia… Por todas partes surgen conspiradores que intentan derrocarte, hacerte caer en desgracia con Roma, envenenarte, ¡asesinarte!
SECRETARIA: Majestad…
HERODES:  ¡Aaayyy! Qué susto.
SECRETARIA: Tres señores de aspecto oriental están a la puerta de Palacio con su séquito de criados.
HERODES:  ¿Tres? ¿Y qué quieren? ¿Declararme la guerra?
SECRETARIA: Preguntan por el Rey de los Judíos.
HERODES:  Ese soy yo.
SECRETARIA: Pero es que dicen que, según sus cálculos, acaba de nacer.
HERODES JR.:  ¿Cómo que acaba de nacer? ¿Papá, has vuelto a tener un hijo?
HERODES:  No, Junior, no, tú siempre serás mi preferido. Anda, vete a buscar a Felipe. Yo atenderé a estos viajeros. (A la secretaria) ¡Que pasen!
(La secretaria vuelve con los tres Magos).
 HERODES:  No, Junior, no, tú siempre serás mi preferido. Anda, vete a buscar a Felipe. Yo atenderé a estos viajeros. (A la secretaria) ¡Que pasen!
(Aparecen los Magos, atados como prisioneros)
GASPAR:   ¡Esto tiene que ser un error! Somos viajeros pacíficos…
BALTASARA:   Portadores de un mensaje de esperanza…
MELCHOR:   Y yo a estos dos no los conozco de nada.
GASPAR:   No le hagan caso. Ha perdido el juicio. Piensa que es otra persona.
BALTASARA:  Sí, desde que desapareció la estrella… (Gaspar le hace un gesto de que se calle).
HERODES:  ¿Estrella? ¿Qué estrella?
GASPAR:   Nada… Tonterías… No hay ninguna estrella…
BALTASARA:  … Ni ningún Rey de Judea que tiene que nacer…
MELCHOR:   ¡Ya sabía yo que era todo mentira! ¡Qué científico serio puede seguir una estrella desde Persia buscando al Mesías!
B Y G:   ¡Sssssss!
GASPAR:   Y de Persia vendrás tú; que yo vengo de Tartessos, guapo.
HERODES:   Claramente ha habido una confusión. (A la secretaria) ¿Quién dijo que los trataran como prisioneros? ¡Inútil! Vamos, soltadles. (Los soldados obedecen) Traedles un asiento, agua, bebida, algo que llevarse a la boca. ¡Van a pensar que el Rey de los Judíos (los Magos se miran) no sabe de cortesía! (Traen sillas, etc.) Ahora que estamos cómodos, estaría encantado de conocer su historia…
GASPAR:   ¡Por supuesto! Nosotros somos, sabios, científicos…
MELCHOR: Dejémoslo en hechiceros…
BALTASARA: … Venidos cada uno de un lejano lugar…
GASPAR:   Pero movidos por una misma… curiosidad. (Se miran como para ponerse de acuerdo).
BALTASARA:  Estamos… investigando sobre la historia y las costumbres de Israel.
GASPAR:   Su Dios, sus promesas…
HERODES:   ¡Las profecías! ¡Vienen aquí por las profecías!
GASPAR:   Bueno… Entre otras cosas…
MELCHOR:   (irónico) Claro, mirando las estrellas podemos saber el futuro. (Los otros le miran mal).
HERODES:   (colaborador) Por favor, haberlo dicho antes… Verán: yo también soy extranjero y no conozco muy bien todas las profecías… por que hay unas cuantas, no crean… Quizá se refieran a una sobre el Rey de los Judíos que tiene que nacer… (Los Magos se miran, dudando) Oh, no se preocupen, yo también lo estoy buscando… Yo solo soy rey interino… Estoy, digámoslo así, haciendo una sustitución, hasta que venga el auténtico (Los Magos se tranquilizan. Herodes da unas palmadas). ¡Felipe! ¡Junior! Venid.
BALTASARA: Entonces entenderá la importancia de nuestro viaje. Lo que nuestros cálculos (Melchor contiene la risa) indican no es solo la llegada de un rey, sino el advenimiento de una Nueva Era.
GASPAR:   En toda la literatura de mi país, se habla de un rey, nacido en Judea, que extenderá su reino por toda la Tierra. Precisamente hace una semana, el astro Rey, Júpiter, desapareció en la constelación de Aries, el Cordero, símbolo del Judaísmo. Y precisamente en ese instante, surgió una estrella como su luz jamás había sido antes registrada.
MELCHOR:   (interesado) Una supernova.
GASPAR:   ¿Qué?
MELCHOR:   Nada. Sigue, sigue.
BALTASARA:   ¡Y esto, unido a la conjunción del Sol, la Luna y Saturno! Era como una señal....
GASPAR:   A lo largo de los meses, la cosntelación de Aries ha ido moviéndose hacia el este...
BALTASARA: Guiándonos hasta aquí... Que es cuando ha desaparecido.
GASPAR:   Como si una fuerza oscura, un poder maligno, la ocultara.
MELCHOR:   O como si todo fuera producto del azar.
B y G:   ¡Sssss!
(Aparecen Felipe y Herodes Junior. Melchor y Felipe se reconocen)
HERODES:   Estos son mis hijos menores. ¿Podría ser uno de ellos? Lo digo por... tomar las medidas oportunas...
BALTASARA: No, no... Según nuestros cálculos, el niño debe tener menos de dos años.
HERODES:   Menos de dos años... ¿Y dónde exactamente va a nacer?
GASPAR:   Eso es lo que os íbamos a preguntar... Cuando la estrella desapareció perdimos nuestro camino.
HERODES:   ¡No importa! Consultaré a nuestros sabios. ¡Vámonos! (Quedan solos los tres Magos).
BALTASARA:   ¿Se puede saber qué te pasa?
MELCHOR:   Que no me creo ninguna de vuestras patrañas. ¡Esto es una broma de mal gusto! ¿Creéis que no he reconocido a Felipe? ¿Dónde está la abuela? ¿Dónde está mi mujer? ¡Mañana me voy de crucero!
GASPAR: Pobre. Tantos meses de camino lo han trastornado.
BALTASARA: Y eso que él era el que nos animaba a nosotros. El que veía la mano de Dios detrás de todo...
MELCHOR: Ni hablar. Sois unos crédulos. Si Dios estuviera detrás de todo esto, ¿por qué va a mandar una señal si luego deja que se apague?
GASPAR: Hay otra posibilidad. No es que la estrella haya dejado de brillar. ¡Es que nosotros hemos dejado de verla!
(Regresa Herodes con Felipe y Junior)
HERODES:   Está claro, lo dicen los profetas: “Y tú Belén, tierra de Judá…” Bueno, ya no me acuerdo cómo era. Es una buena noticia, porque Belén está a menos de un día de camino.
BALTASARA: ¡Estupendo! Nuestro viaje está llegando a su fin. (se abraza con Gaspar)
GASPAR: ¿Nos acompañaréis para adorarle?
HERODES:   Me encantaría… Pero creo que un encuentro entre dos reyes es algo… delicado… Es preciso que alguien se adelante para prepararlo… Alguien sabio, refinado y prudente que encuentre el paradero del niño, y después regrese para comunicarme su ubicación exacta… Y así poder darle lo que se merece… quiero decir recibirle oportunamente…
BALTASARA:   Cuando regresemos, estaremos encantados de dar cuenta de nuestros descubrimientos ante su majestad… (Inclinándose y besándole el anillo)
GASPAR:           Sin su alteza no habríamos podido coronar el viaje.
HERODES:        Muy bien, pues, basta de formalidades, adiós, adiós. (Sale pero se queda en un lateral, vigilando. Los Reyes avanzan por el proscenio, y cuando bajan del escenario se ilumina una estrella en la sala de luces.
GASPAR:           ¡Allí está! (Pasándose un telescopio)
BALTASARA:   ¡Sí, la veo! ¿La ves tú ahora, Melchor?
MELCHOR:       Yo… no sé qué decir…  Tiene que haber alguna explicación de este fenómeno…
GASPAR:           ¡Déjate de explicaciones! ¡Vamos a los camellos! (Salen. Herodes sale de su escondite, con su hijo Felipe)
HERODES:      ¡Guardias! Seguidles… No puede haber más que un rey en Judea, y ese seré yo… (Carcajada siniestra).
FELIPE:           Pero padre… perdonadme por hablar… No es más que un niño, un bebé…
HERODES:      Mejor, así será más fácil eliminarle.
FELIPE:           ¿Seríais capaz de matar a un niño?
HERODES:      ¡Y a todos los niños de Judea, si hiciera falta! ¿No sabes que en Roma, cuando nació nuestro augusto emperador Octavio, un augur predijo que nacería un niño que acabaría con la República, y el Senado ordenó matar a todos los niños romanos nacidos en ese año? Pensándolo bien, no es tan mala idea… No voy a ser menos que Roma… ¡Guardias! Estoy cambiando de opinión
FELIPE:           Dejadme ir con ellos, padre. Les seguiré sin que me vean y volveré en cuanto sepa dónde se aloja el Rey…
HERODES:      ¡El supuesto Rey!
FELIPE:           Eso. Así no habrá posibilidad de fallar. Si me lo permitís, me llevaré de escolta a uno de los soldados… (A su padre real, David) ¡Tú! Vienes conmigo. ¿Dais vuestro permiso, majestad?
HERODES:      Sea. ¡Marchad! (Salen. Cambio de escenario)

VII. EN EL PORTAL
(Entra LA ABUELA barriendo. Por el otro lado, MARÍA e ISABEL, cada una con un niño en brazos)
ABUELA         Navidad, Navidad, Blanca Navidad… ¡Hola María!
MARÍA            Más bajito, que se han dormido… ¿Qué es eso que cantas? (Isabel acerca la cuna)
ABUELA:        Nada, canciones de mi época. (Acuestan al Niño. Se quedan las tres embobadas mirándolo.
MARÍA:           Qué lindo es...
ABUELA:        Me quedaría horas mirándolo... (Entra RAQUEL como un torbellino)
RAQUEL:        Pero qué hacéis ahí paradas, hay que hacer los preparativos para cuando llegue Isabel, que vamos, si no está de visita todos los días, no está ninguno...
ISABEL:          Ssss. Se ha dormido.
RAQUEL:        ¡Ah, hola, Isabel, no te esperaba tan pronto...
MIRIAM:         (Entrando) Como que antes llegabas siempre tarde.
RAQUEL:        ¡Venga! ¡En marcha todo el mundo! Habrá que hacer la cena, digo yo... (Bajando de intensidad hasta que se queda callada) Y preparar la mesa, recoger la ropa tendida... (Se quedan todas mirando al Niño).
TODAS suspiran simultáneamente.
MIRIAM:         Por cierto, hay una mujer que quiere verlo.
MARÍA:           Voy yo...(Sale y saluda desde fuera:) Salom.
FÁTIMA:         (fuera) Salom. (Entrando con MARÍA. Tímida) Yo... los pastores me han contado... Bueno... que el Mesías ha nacido... (Se va lanzando) Seguro que es una bobada, pero le he traído un puchero que acabo de preparar... Es todo lo que tengo para ofrecer...
MARÍA:           (muy agradecida) Muchísimas gracias... No nos quedaba nada para comer...
RAQUEL:        ¿Pero cómo es posible?
ABUELA:        José está haciendo un arreglo y le han prometido varias hogazas de pan.
MARÍA:           Pero no regresa hasta muy tarde...
RAQUEL:        (Enfadada) ¿Y no podíais haber avisado en la posada?
MARÍA:           Demasiado habéis hecho por nosotros. Esta cueva ya casi parece una casa...
ISABEL:          Bueno, ya está solucionado, ¿no? (señalando el puchero).
FÁTIMA:         ¿Puedo verlo?
MARÍA:           ¡Pues claro! (Se acercan todas). ¿Vienes de muy lejos?
FÁTIMA:         No, soy de aquí, de Belén. (Pausa mientras todos adoran al Niño).
(Entra Juan)
JUAN:             Abueela... Ya está aquí la leña...
TODAS:           Sssssss! El niño está dormido...
ISABEL:          ¿Juan también está aquí?
ABUELA:        Vino con los pastores... O más bien lo trajeron a rastras...
(Se abrazan los dos hermanos. Isabel le muestra a su hijo). 
ISABEL:          Este es Juanito... Como tú...
JUAN:             ¿Y Melchor? ¿Ha aparecido?
ISABEL:          No, después de varios meses... Ha pasado la circuncisión, José y María han ido a Jerusalén a presentar al Niño, han vuelto, y los Magos siguen sin aparecer...
JUAN:             A lo mejor esa parte sí era inventada... (Al reconocer a Fátima) ¿Fátima? ¿Eres tú? ¿También has venido? (Va a abrazarla, pero ella le para).
FÁTIMA:         ¿Fátima? No, no, yo me llamo Esther. Perdona, pero debes haberme confundido con alguien... Tú eres uno de los pastores, ¿no es así?
JUAN:             No lo entiendo. (La toma la cara, las manos, la mira por todas partes).¿Eres la tatara tatara tatara abuela de Fátima?
FÁTIMA:         (Encantada y haciéndose la interesante). No, soy prima de Miriam... Pero esa Fátima a la que tanto me parezco, ¿es guapa?  
JOSÉ:               (entrando con el pan) ¡Sorpresa! ¡Papá ha llegado pronto!
TODOS:           Ssssss... El niño... (Empieza a oírse el llanto del niño.) estaba dormido...
JOSÉ:               Vaya... Pero si estabais todos hablando y no se ha despertado...
MARÍA:           (Cogiéndolo en brazos). Habrá sido al oír tu voz.
JOSÉ:               Anda pásamelo. (Para de llorar) Uy qué olor... Quién se ha hecho cacota... (Se va a una esquina a cambiarlo).
FÁTIMA:         Pues para ser el Mesías hace una caca bastante apestosa...
MARÍA:           Pues qué querías...
FÁTIMA:         No sé, que hiciera algún milagrito...
MARÍA:           Ese es el milagro... Que Dios haya querido que su Hijo naciera en un pesebre, sin nada de extraordinario...
FÁTIMA:         Ya hombre... Pero al menos, no sé, podía hacer algún milagrito...
MIRIAM:         (Entra) ¡Han llegado! ¡Por fin! ¡Han llegado!
Entran los Magos.
GASPAR:        Hemos venido de los confines del mundo siguiendo la estrella de Oriente.
BALTASARA:    ¿Está aquí el Rey de los Judíos que había de nacer?
JOSÉ:               (Dándose la vuelta) Este es... (Los magos se postran y luego entregan sus regalos).
GASPAR:        Oro, para el rey.
MELCHOR:     Incienso, para el Dios.
BALTASARA: Mirra, para el que ha de morir. (Vuelven a postrarse)
FÁTIMA:         Madre mía, cuando se lo cuente a mi prima no me van a creer...
ISABEL:          ¿Melchor?
MELCHOR:     ¿Isabel? (Van a abrazarse pero disimulan, por María)
ISABEL:          Tengo una sorpresa... (Se van a una esquina. Melchor se desmaya cuando se entere).
(Entran David y Felipe. Gaspar y Baltasar se ponen de pie).
GASPAR:        ¿Qué hacéis aquí?
BALTASARA: ¡Nos habéis seguido!
FELIPE:           Sí, os hemos seguido... para avisaros: Herodes planea matar al Niño...
JOSÉ:               ¡El Niño está en peligro! Debemos marcharnos.
DAVID:           Y no solo corre peligro el Niño, sino todos los bebés de Belén.
MARÍA:           (A Fátima) Corre, avisa a todo el pueblo.
FÁTIMA:         ¿Por un niño que vive en una cueva va a Herodes a hacer semejante barbaridad?
MARÍA:           ¡Ve!
FÁTIMA:         Yo lo hago, pero no va a creerme nadie. (Sale)
JOSÉ:               Voy a preparar la mula. (Sale)
MARÍA:           Esto es lo que profetizó el anciano Simeón en Jerusalén... Será puesto como signo de contradicción... Y a tu misma alma la traspasará una espada... ¿Qué debo hacer? ¿Irme o quedarme?
ABUELA:        (Le entrega un hato que ha estado haciendo) Vete. Aún no ha llegado su hora.
(La puerta se abre y el abuelo con Gabriel vestidos normal asoman a la puerta).
MARÍA:           Entonces, id con Dios...
RAQUEL:        Espera, espera un minuto. No nos hemos despedido del Niño...

Se ponen de rodillas y suenan Villancicos.



[1] “La puerta del tiempo” puede permanecer en escena y los personajes salen por ella, o bien se coloca al final para el “regreso”, en cuyo caso los personajes modernos aparecen por los laterales del escenario.